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sábado, 27 de julio de 2013

Familias ensambladas

Armonía difícil, pero posible


Formar una familia ensamblada es una tarea difícil. El modelo tradicional de familia no sirve como ejemplo, pero existen muchos terapeutas que las analizan y dan consejos para lograr la armonía entre sus miembros.
Por Natalia Vazquez (Rev. Aquí vivimos)

         Mariana A. cuenta que tuvo a su primera hija, Lorena, cuando tenía 24:”Estaba de novia con Nico y quedé embarazada. Éramos muy jovencitos, nos queríamos, pero también recuerdo que nos asustó la noticia”. Luego agrega con una sonrisa, acomodándole el flequillo a la nena: “Hoy Lore es nuestro sol”.
        El noviazgo no continuó y luego de cinco años, Mariana se enamoró de Jorge, con quien hoy convive, junto a sus dos hijos en común, Nacho y Celeste, más Lore, quien está un tiempo con ellos y, generalmente, los fines de semana se queda con Nico, su papá biológico, su actual esposa y sus dos hermanitas por parte de su padre. “Somos una familia ensamblada”, expresa Mariana.
        Estos grupos comprenden situaciones familiares complejas, donde se crean vínculos entre miembros de dos familias.
También, tienen una dinámica singular distinta al modelo tradicional de familia, porque la mayoría se forma luego de una “perdida” de una relación familiar primaria; porque uno de los dos integrantes de la pareja llega con hijos a la relación y porque, además, se duplican las relaciones secundarias: abuelos, tíos, primos.
         Las licenciadas María Esther De Palma y Graciela Fernández, miembros de la comisión directiva de sociedad Argentina de Terapia Familiar (SATF), aconsejan que en cada casa donde los hijos vayan a vivir se cree una estructura, un orden y una disciplina, con normas claras y, en lo posible, consensuadas y discutidas en familia.
          “No importa si las reglas son distintas entre una casa y otra. Los chicos se sienten mucho mejor cuando saben que han hecho lo que se esperaba de ellos y forman parte de  un equipo”, explican De Palma y Fernández. Por ejemplo, levantarse de la mesa antes de que todos terminen de comer en una familia no importa y en otra es ley que eso suceda.
             Hoy, la hija de Mariana tiene 10 años y una familia enorme. Los  abuelos por parte de su mamá y papá, más los padres de la segunda pareja de su mamá, a quienes ella también llama “abuelos”. Lo mismo sucede con sus tíos y hermanos, los que vienen de su familia primaria y los que se sumaron luego. Para Lore, la situación no es atípica, ya que son varias amigas y amigos que tienen “dos papás”. “Nico es mi papá de verdad y Jorge es el esposo de mi mamá”, explica Lore.
             Actualmente, los términos “padrastro” o “madrastra” no son palabras que los chicos elijan para llamar a sus padres “afines”, puesto que, generalmente, a esos términos se los relaciona con los personajes malvados de los cuentos infantiles. Recordemos que en La Cenicienta, ese papel nada tiene que ver con una figura protectora y querible.
              Entonces, Los hijos de las familias ensambladas suelen dar “explicaciones” del vinculo que los une a ese papá o mamá “afín”, término que propuso introducir en el Código Civil el senador Daniel Filmus, en 2008, cuando presentó su proyecto “Normas Protectoras de los Hijos de Familias Ensambladas”, con el objetivo de cubrir ese vacío legal y otorgarle al padre o madre no biológico derechos y obligaciones con los hijos que su pareja tiene de uniones anteriores. 

Proyecto de Ley

          El proyecto presentado por Daniel Filmus surgió de casos puntuales, como el de una chica que fue restituida a su padre biológico al morir la madre. “El padre casi no la conocía a la chica y, a su vez, estaba acusado por abuso”,cuenta el senador y recuerda que “no se le reconoció la nueva familia que había formado la madre y, en el momento del fallecimiento, se la restituyó al padre que había intentado justamente el abuso”, concluye.
        Entonces, con esta modificación, se intenta “generar las condiciones para las familias ensambladas –un fenómeno social pre-existente a este proyecto- tengan un respaldo legal, porque los que quedan desprotegidos son los chicos”, afirma Filmus.
         Gabriela S., por ejemplo, se divorció de su marido cuando su hijo, Marcelo, tenía 3 años. Luego se volvió a casar con Oscar, con quien vivió durante 15 años. “Oscar fue prácticamente un padre para Marcelo, porque su papá biológico nunca se hizo cargo.” Si bien Gabriela y Oscar hoy no están juntos, se divorciaron, “Oscar sigue siendo la figura paterna de mi hijo tanto en lo sentimental como en lo económico” –admite Gabriela y reflexiona- “aunque la ley no se lo exige”.
         Filmus propone que la norma establezca la obligación alimentaria por parte del padre o madre afín respecto de sus hijos afines y la posibilidad de establecer una asistencia transitoria al hijo afín, en caso de separación. Lamentablemente, la modificación aún sigue pendiente de aprobación y se tiene que volver a discutir antes de fin de año. ¿Por qué no se aprobó? Según sus impulsores, porque aquellos que defienden a ultranza la familia tradicional se resisten a reconocer formalmente a las familias ensambladas e incluirlas en el Código Civil.

Terapia Familiar

         Si la decisión de formar una familia es difícil, formar una familia ensamblada lo es mucho más. Para ayudar a sobrellevar algunas tensiones emocionales que puedan resultar de esta manera de vivir, existe la terapia familiar con sus distintas corrientes psicológicas, en las que el paciente es la familia y se estudia la interacción entre miembros.
        “En las familias ensambladas, hay un padre o una madre actualmente presente o en recuerdo cuya existencia como tal se mantiene, a pesar de haber concluido el vinculo como pareja. La nueva familia deberá convivir con la presencia (real o virtual) de un ex marido o una ex mujer”, describe la psicóloga María Silvia Dameno, de la Asociación Gestáltica de Buenos Aires.
          Tal es el caso de Flor M., que está esperando su primer bebé de su marido, con quien vive y se lleva muy bien, pero interpreta que su relación es algo compleja: “El es viudo y tiene dos nenas, una de 12 y otra de 15, que viven con mi suegra, a quien llaman ‘mamá’”, confiesa con algo de desconcierto. “Quizás por costumbre, porque casi las crió”, argumenta.
           Marcela nos cuenta que en su caso, si bien el papá se hace cargo económicamente de lo que necesita Lore –la lleva de vacaciones en el verano y comparten los fines de semana-, la que toma las decisiones es ella. “Nico confía en mi como mamá. Tenemos una relación buena, pero reconozco que los que estamos en lo cotidiano –llevarla al colegio, revisar su cuaderno de comunicaciones, los cumpleaños y visitas a los amigos- somos mi actual marido y yo”, aclara Marcela.
        En sus observaciones del trabajo con estas familias, las psicólogas De Palma y Fernández recomiendan tener en cuenta que con el divorcio se rompe el vinculo parental, y agregan: “Los hijos necesitan de ambos padres y precisan que éstos puedan estar de acuerdo sobre su educación”.
          Otro es el caso de Claudia D., que vive en Chile, y buscando en Internet información sobre el tema de familias ensambladas, se contactó con la doctora Dora Davison, médica psiquiatra especializada en terapia familiar, en la Argentina, y docente universitaria y directora de Familia S21 Online (www.familias21online.com).
Claudia es divorciada, tiene dos hijas y se volvió a casar. Le interesó empezar con la terapia on line porque cree que es una buena manera de comunicarse y poner en práctica ciertos planes de ayuda en la relación con su ex marido, además de acercarse a la terapia de Davison desde otro país.
          Entonces, relee los artículos que están publicados  en el sitio, los e-mails de la doctora Davison, porque la ayudan muchísimo: “Le envié el link a mi esposo y estoy segura de que también le ayudará a él a entender mi situación con sus hijos” –y agrega- “así nos comunicamos y muchas veces llegamos a un acuerdo sin discusiones”. (ver recuadro)
          

         Al mismo tiempo, las necesidades y el esparcimiento de la pareja se abandonan debido a la difícil tarea de poner en funcionamiento el nuevo hogar. Además, en una segunda relación no hubo noviazgo sin niños. Las situaciones y los tiempos son distintos del que dispone una pareja tradicional, y las complicaciones de combinar los horarios de “los tuyos, los míos y los nuestros” demandan una planificación activa y resta tiempo para la pareja.
           En conclusión, como escribió el poeta cubano José Martí: “El pueblo más feliz es el que tenga mejor educados a sus hijos en la instrucción del pensamiento y en la dirección de los sentimientos… Hay que dar al niño hombros para que sustente el peso que la vida le eche encima”. 



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